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Buenas prácticas agrícolas

Abonos verdes

Estos cultivos son sembrados generalmente entre los cultivos principales para evitar la erosión o en tierras degradadas para impulsar su recuperación. El abono verde ha demostrado ser un método práctico y económico para fomentar la productividad de las parcelas a largo plazo, tanto en amplias extensiones de terreno como en pequeños huertos

(Greentumble)

Su enorme potencial deriva de la diversificación de las necesidades nutricionales y la susceptibilidad a plagas de las diferentes especies agrícolas. Cuando hay una alternancia de cultivos, se permite al suelo regenerar los nutrientes específicos necesarios para cada planta, ya que cada especie aprovecha diferentes nutrientes y los extrae de distintas profundidades del suelo. Por el contrario, los monocultivos extraen continuamente los mismos nutrientes, empobreciendo cada vez más a la tierra. Cuando esto sucede, los cultivos se vuelven cada vez más dependientes de fertilizantes y agroquímicos que compensen y satisfagan las necesidades de nutrientes que ya no pueden ser cubiertas por suelos empobrecidos. Así mismo, el cambio de cultivo supone un cambio de hábitat para plagas y enfermedades, por lo que sus ciclos de vida se interrumpen y hay menos probabilidad de que alcancen niveles potencialmente peligrosos para la producción.

La vida en el suelo se nutre de la variedad, y los insectos benéficos, como los polinizadores, también se sienten atraídos por la variedad en la superficie. De esta manera, con la rotación de cultivos se fomenta la biodiversidad y con ello una mejora en la salud y aumento de la biomasa de diferentes cultivos.

Granjero con tierra cultivable
Cajas de abono verde

Entre los principales aspectos a tomar en cuenta se encuentran: 

  • Las plantas de abono deben ser integradas en la tierra antes de alcanzar la madurez (antes de la floración); esto facilita su descomposición y previene que liberen semillas que pudieran crecer después junto con el cultivo principal.

  • No se recomienda integrar el abono de forma profunda en la tierra: lo recomendado son 15 centímetros de profundidad, para que los microorganismos que se encuentran en la primera capa del suelo lo puedan descomponer a mayor velocidad.

  • El cultivo de abono no debe ser de la misma familia que el cultivo principal, ya que plantas de la misma familia tienden a requerir los mismos nutrientes.

  • Dejar descansar la tierra al menos veinte días desde que se incorpora el abono en el suelo para permitir que la materia orgánica se descomponga.

Fuentes:

Fuentes de información relevantes y fiables “para más información”: